– “Yo no sé si la soledad sea un problema”. Se escuchó decir, mientras retumbaba en la casa vacía en las paredes su voz.
– “Puede que sea una solución”. Dijo fuerte, mientras le temblaba el pulso.
¿Qué soledad estaba oculta en su discurso? ¿Acaso era la ausencia?
– “Tal vez sea tiempo de volver a llorar”, suplicó el espejo a sus mejillas enrojecidas y a sus ojos cristalinos.
– “tal vez”, contesto a sí mismo, casi sin pensarlo.
La lagrima, vidriosa y estrepitosamente tajante pareció cortar su piel. Recorrió cada sendero hasta llegar al suelo, donde la esperaba la nostalgia desencarnada de un adiós que no fue, de una sombra en su pared, de un camino no terminado.
– “¿Crees acaso que fui poca cosa?”, le preguntó a una foto antigua mirándola a los ojos.
La foto, la dama en la foto, descaradamente le respondió. – “¡No!, no has sido vos he sido yo la culpable de este vacío”.
A sangre fría, un puñal abrió su pecho de par en par, era el puñal del desierto de sus soledades, juntándose a la misma hora, en el mismo lugar a procurar hacerle sentir el silencio.
– “¿Cómo he de recuperarme?”. Consultó al enorme ventanal que lo separaba de la sociedad que ya no quería ver.
La brisa del afuera le contesto sin pausa. – “La ignorancia que portas dentro del dolor es la causa que aqueja a tu pensamiento y no lo deja ser libre”.
– “¿Libre yo?, creo que no se ser libre”, replicó él a su entorno casi petrificado por un escalofrío sin precedentes.
Agachando su cabeza, mirando al piso, dejó caer la foto, esa que hace un momento le había contestado algo, esa que le recordaba aquel momento tan feliz, pero que hoy ya no representaba un sentimiento de satisfacción.
Sabe el hombre que podrá salir adelante de esta pena, sabe, que poco a poco ha de olvidarla y de sentir tanto amor por ella. Sabe el sol y sabe también la luna, porque son testigos del sufrimiento y el vacío.
Seguirá sintiendo, sentirá siguiendo, ese camino que le fue marcado y que debe continuar porque el camino tiene una montaña al final y sobre esa montaña asoma el sol.

Gabriel Alejandro López Pepa es Lic. en Sociología por la UNSE-FHCSyS. Investigador. Escritor. Cuenta con varios artículos de investigación, opinión, cuentos y poesías publicadas. Fue Jefe de Redacción de Revista la Columna, Coordinador Editorial de la Revista Estado y Sociedad del CEDEP, miembro de la Comisión Directiva de SADE Sgo. del Estero, entre otros cargos de gestión.

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